viernes, 1 de agosto de 2014

La Paz como gran causa de la Humanidad

Jean Jaurès (1859-1914)

Aunque no pudo ser, hubiéramos querido publicar este artículo ayer, 31 de julio, cuando se cumplía justamente un siglo del trágico asesinato de Jean Jaurés, profesor y político socialista francés (cuando el socialismo todavía era tal). Mas, por encima de todo, Jaurés fue un hombre de profundas convicciones, internacionalista y pacifista, razones por las cuales se opuso con ardor a esa "terrible pesadilla" que fue la Primera Guerra Mundial. Una postura sin duda valiente y que le costó la vida.

Es de destacar que mientras los franceses han honrado en calles y monumentos la memoria de este gran pacifista, en España todavía tenemos placas y estatuas dedicadas a dictadores y demás antidemócratas.

Hoy, en estos tiempos convulsos y llenos de incertidumbre, queremos reivindicar los valores por los que Jaurès y otros tantos hombres y mujeres como él dieron su vida. Y lo hacemos con otro artículo de Ricardo Endevini*

La Paz como gran causa de la Humanidad

Estallaba la Gran Guerra después de un largo periodo de paz que comenzó tras la guerra franco-prusiana y la Comuna de París. Los países europeos volvían a recurrir a las armas para solventar sus diferencias. Durante ese tiempo, el movimiento socialista europeo (la II Internacional), tanto sindicatos como partidos, se habían integrado a la vida institucional de los distintos países, consiguiendo importantes conquistas.

La perspectiva bélica dividió a los socialistas en dos grandes sectores: uno de ellos prefería seguir a sus respectivos países en el conflicto; el otro, con muchos matices, sostenía que el enfrentamiento no respondía a los intereses de obreros y sectores populares  que iban a morir en las trincheras. Se declaraba, por tanto, “pacifista”.

Uno de los acontecimientos de ese mes de julio de 1914 fue el asesinato de Jean Jaurés, respetado dirigente del socialismo francés, brillante orador, fundador de L’Humanité, decidido opositor a la guerra.

Jaurés dio su último discurso en Lyon el 23 de julio y culpó de la guerra a “la política colonial de Francia, la política hipócrita de Rusia y la brutal voluntad de Austria”.  Llamó a los obreros de todos los países a unirse para alejar “la horrible pesadilla”.

Su muerte fue el resultado de una brutal campaña de odio, difamación y mentiras (¿se imaginan al “TDT party” español en esas circunstancias?).

Su asesino, Raoul Villain, fue liberado el 29 de marzo de 1919 (poco después de terminar la guerra). Los jueces hicieron constar que “si Jean Jaurés, adversario de la guerra, hubiera tenido éxito, Francia no habría podido ganarla”. Finalmente, viviendo en Ibiza, Villain fue fusilado por milicianos republicanos en 1936, acusado de ser agente (espía) de los generales sublevados.

Vivimos en un mundo de cambios profundos y vertiginosos, y una vez más se ponen los intereses “nacionales”, los equilibrios “macroeconómicos”, por encima de la vida de los trabajadores y trabajadoras y la gente común. Recordemos a quienes por encima de patriotismos mezquinos, intereses económicos de tanta bajeza moral y tan escasa capacidad intelectual, han puesto, aun a costa de sus vidas, la causa de la Humanidad por encima de todo.


*Ricardo Endevini es simpatizante de Podemos (por falta de tiempo no puede implicarse más en el proyecto, aunque le gustaría). Su militancia política viene de muy atrás, empezando por sus años como líder sindical y opositor en la clandestinidad a la dictadura de Rafael Videla en Argentina, su país de origen. Ya en España, donde reside desde hace más de dos décadas, Endevini fue un activo militante de la Liga Comunista Revolucionaria hasta su refundación. 

lunes, 7 de julio de 2014

Ni confianza ni desconfianza, sino participación y control

*Por Ricardo Endevini

Con pocas y notables excepciones vemos que los integrantes de los distintos poderes institucionales que gobiernan tienen, cuando menos, una notable elasticidad en cuanto a moral pública. Es como si no fuera con ellos. Empezando por el nuevo rey, que no ha dicho una palabra, más que vacuas generalidades, sobre corrupción, privilegios, ilegalidad o inmoralidad.

No son sólo los corruptos, sino los que por conveniencias políticas o comodidad personal consienten o cierran los ojos ante los casos de corrupción. Con la excusa de la presunción de inocencia, la prescripción (como si el hecho de haber pasado el tiempo legal hiciera que un delito no fuera igualmente repudiable y condenable), la opacidad que deliberadamente encubre el límite entre responsabilidad penal y política. Se extiende, hasta dar nauseas, la ausencia de controles sobre gobernantes, legisladores y jueces.

Es pueril el argumento, que será objeto de otro comentario, de que en nuestra democracia cada tantos años los ciudadanos, con su voto, pueden cambiar este estado de cosas; la realidad es que el sistema económico-político vivido en los últimos años ha favorecido especialmente la aparición de empresarios que sobornan y evaden impuestos, de funcionarios que se dejan sobornar y, por interés personal o ideología, atentan contra el interés público; informadores (no periodistas) que mienten, ocultan información o la exponen de forma torticera, jueces que sirven a intereses partidistas o económicos, policías que se exceden en sus atribuciones o directamente corruptos, gobernantes que ponen sus intereses por encima de la responsabilidad de sus cargos, legisladores que se aprovechan para lucrar a costa del dinero público, controladores que no controlan, etc.

No olvidemos que el vigente marco legal, deliberadamente o por negligencia, no da respuesta a las necesidades de la gente; por el contrario, este marco facilita, tolera y hasta protege la impunidad de los males anteriores.

No es fácil cambiar este estado de cosas; sin embargo, es necesario si queremos recuperar una vida digna. Lo mejor es empezar por nosotros mismos, nuestras organizaciones y representantes.

Para empezar, hay que prescindir de la confianza: no debemos esperar que nuestros dirigentes, postulantes y cargos  obren bien, debemos aspirar a que no puedan obrar mal y que sus sucesores, de la misma manera, estén sujetos a la falta de impunidad.


Propongo algunas medidas para este fin, siendo consciente de que lo fundamental es la participación de todas las personas que así lo quieran en los asuntos públicos y de que la información debe ser abierta y compartida.

1.      Rendición de cuentas en Asambleas públicas.

Por lo menos una vez al mes los dirigentes, cargos, responsables, etc. deben responder preguntas, dar explicaciones y someterse a control popular en asambleas abiertas que ellos mismos deben convocar, en horarios y sitios accesibles para cualquiera. Si algún mes no pueden, deben explicar por qué y fijar nueva fecha de convocatoria.

2.      Inmediata revocación de los mandatos.

Todos los dirigentes, cargos, responsables pueden ser inmediatamente revocados,  por mayoría simple, por quienes los han  elegido; en el caso de aquellas personas que ocupen un puesto institucional, no se puede derogar el mandato, pero sí dejar claro que de quien se trata no representa al órgano que originalmente lo propuso.

3.      Salarios e ingresos.

El sueldo de cualquier responsable político no puede exceder del triple del salario mínimo interprofesional. En el caso de los cargos públicos, los excedentes irán a un fondo y serán los organismos competentes en el manejo de las finanzas quienes libremente decidirán cómo y para qué fines deben usarse.


Estos aportes no pretenden dar por concluido, ni mucho menos, un proceso de organización que será largo. Pretendo señalar un criterio que debe, a mi juicio, señalar el camino.


Ni confianza ni desconfianza, sino participación y control.  


*Ricardo Endevini es simpatizante de Podemos (por falta de tiempo no puede implicarse más en el proyecto, aunque le gustaría). Su militancia política viene de muy atrás, empezando por sus años como líder sindical y opositor en la clandestinidad a la dictadura de Rafael Videla en Argentina, su país de origen. Ya en España, donde reside desde hace más de dos décadas, Endevini fue un activo militante de la Liga Comunista Revolucionaria hasta su refundación. 

Este es el primero de una serie de artículos en los que el Autor tratará diversos temas más concretos y actuales. 

martes, 1 de julio de 2014

Carta abierta al ministro de Justicia



 
Completamente de acuerdo con usted en eso último, señor ministro. Por tanto, y atendiendo a sus propias palabras, le insto a usted y a todo el Gobierno a cumplir inmediatamente las disposiciones de la Ley de Dependencia en toda su amplitud; es decir, PAGUEN ya de una vez y por toda la integridad de las ayudas que moral y legalmente merecen todas las personas dependientes de este país y sus familias. No le pido que haga milagros, señor ministro. ¡Le pido que cumpla la Ley! 

Ya está bien de bajar falsamente los grados de dependencia y minusvalía para disminuir, cuando no directamente suprimir, las ayudas de la Ley de Dependencia. 

Ya basta de retrasar artificialmente el pago de las ayudas, que sospechosamente terminan llegando cuando el o la dependiente ya ha fallecido. Están ustedes condenando así a miles de personas a un sufrimiento cruel e inhumano. Un sufrimiento diario, una angustia constante y que no da ni un segundo de respiro.
 
No se entiende, señor Ruíz-Gallardón, el celo que muestran ustedes en proteger los derechos de quienes, al fin y al cabo, aún no han nacido al mismo tiempo que pisotean sin ningún pudor la dignidad de quienes ya estamos aquí. 
  
Y la cosa es aún más llamativa si se tiene en cuenta la profunda fe católica que usted en particular, y el Partido Popular en general, dicen profesar…
 
No es justo, señor ministro. Usted mismo lo ha dicho: “una discapacidad no es motivo para restar derechos a una persona”. Pues bien, actúe en consecuencia. Y no lo haga por mí. Si quiere, hágalo por piedad, por caridad, por dios, hágalo por salvar su alma y asegurarse un cara a cara con San Pedro cuando le llegue el momento... No lo sé, elija una razón, la que a usted más le guste. Pero hágalo. Hágalo o lárguese, usted y todo el Gobierno en pleno. 


Bueno, ahora que lo pienso… hay otra posibilidad: ¿quizá lo que sucede es que es usted un cínico y cree que no nos hemos dado cuenta?

lunes, 26 de mayo de 2014

Debemos seguir trabajando


Adrián D. Herreros de Perinat
Licenciado en Historia por la Universidad de Valencia

¡La de hoy ha sido una noche de locura! ¡Fantástica! Estamos todos borrachos de felicidad, así que voy a ser muy breve. No voy a soltar el consabido discurso de que esto es el principio del fin de bipartidismo. Todo eso ya lo sabéis y a partir de ahora os cansaréis de oírlo.

Lo que pretendo decir aquí es otra cosa. Y es que este TRIUNFO (así, con mayúsculas) no es sólo de los cinco compañeros que van a ir al Parlamento Europeo. Este TRIUNFO es también, y sobre todo, el de los Círculos. De todas las personas, de todos los compañeros y compañeras que, semana tras semana desde que todo esto empezó, han estado sacando tiempo y ganas de donde apenas las había para asistir a las asambleas y poner su trabajo y sabiduría al servicio de todos y todas, contribuyendo a engrandecer y dar solidez a este proyecto común, participativo y abierto que es Podemos. El triunfo de hoy es el de todos vosotros y vosotras.

Hemos dado la sorpresa, sí, hemos demostrado que sí se puede. Y precisamente por eso ahora es el momento de no bajar la guardia ni un instante. Ahora sí, tenemos el deber de hacer que esto no decaiga. Debemos seguir asistiendo a las asambleas, participando, trabajando codo con codo. Hemos de demostrar que nos somos flor de un día, que nuestra ambición es ir a más, que realmente tenemos la voluntad de echar a la corrupta casta política que nos gobierna y dejar que sea el pueblo quien haga política de verdad, con mayúsculas.

Estoy convencido de que los Círculos crecerán, que la campanada que hemos dado esta noche hará que cada vez más gente se interese por este proyecto y tome conciencia de que todos juntos, unidos, tenemos más poder del que nos podemos imaginar. Así, os animo a todos los que no hayáis participado nunca en Podemos a que os  busquéis en Internet la asamblea de Podemos que os sea más cercana, la de vuestro barrio o vuestra ciudad, y os acerquéis a observar. ¡Vuestra contribución puede hacer mucho! 

Ahora toca demostrar que Podemos tiene voluntad de ganar. Ahora es el momento de comenzar a construir la democracia. Una democracia directa, abierta, participativa y siempre desde abajo. Debemos luchar por profundizar en los principios que han regido este proyecto desde sus inicios: auditoría ciudadana de la deuda, recuperación para el sector público de los sectores estratégicos de la economía, reforma de las leyes para perseguir a los grandes defraudadores…   

Si hemos llegado hasta aquí en tan poco tiempo, ¿qué no haremos a partir de ahora?

Hasta este momento hemos actuado con el corazón; ahora toca hacerlo, también, con la cabeza.  

¡¡¡PODEMOS!!!

lunes, 31 de marzo de 2014

"Vive la France!"


Cosas de la vida, ¡la nueva alcaldesa de París es española! De San Fernando, Cádiz, para más señas. Además, es la primera mujer que logra alcanzar tal honor. Y digo “honor” porque para quien conciba la política como un servicio al pueblo debe ser todo un honor que la mayoría de la ciudadanía lo escoja como su representante.

Como ya dije en otra ocasión, a partir de la II Guerra Mundial, el socialismo europeo se reformuló, eliminando de su teoría el concepto de “lucha de clases”. Así pues, el socialismo, desde ahora vaciado de su componente marxista, dejó de ser tal para convertirse en socialdemocracia. La socialdemocracia y el conservadurismo político pasaron a definirse entonces de la siguiente manera: los socialdemócratas se comprometía a preservar, más o menos, el Estado de Bienestar siempre que ello no supusiese una modificación de la estructura del sistema ni una merma de sus privilegios. Por su parte, el conservadurismo político pretende desmantelar, poco a poco y en silencio, el Estado de Bienestar, siempre que ello no provoque la ruptura del orden social, al menos no hasta un punto en que el Estado ya no pueda controlar la situación.

Pero desde los años 80 y 90, con la caída de la Unión Soviética, las izquierda en general, y la socialdemocracia en particular, perdió el norte y, en vez de redefinir sus postulados, decidió asumir los de la derecha conservadora; esto es, privatización de los servicios públicos, libertad económica para las grandes empresas… Desde entonces, la socialdemocracia ha pasado a convertirse en socioliberalismo.

Estando así las cosas, yo hace mucho que dejé de creer por completo que el socialismo, al menos en la concepción que de él tienen quienes actualmente se autodenominan socialistas, sea una corriente de izquierdas.

No obstante, sí creo en la honradez y en la integridad moral de las personas, al menos hasta que me demuestran lo contrario.

Por tanto, sería magnífico que realmente Anne Hidalgo se comportase como la persona “de izquierdas y fiel a los valores republicanos” que dice ser.

Así que mi enhorabuena a la nueva alcaldesa de París: por ser de izquierdas, mujer y española. Y en ese orden: de izquierdas, porque así se define ella y la creeré hasta que demuestre lo contrario; por ser mujer, porque imagino que como tal no le habrá sido fácil llegar donde está en un mundo plagado de hombres como es el de la política “profesional”; y española, no sólo porque yo también sea español (enorgullecerse de la patria de cada uno, sea ésta cual sea, me parece algo bastante absurdo, pues el lugar de nacimiento no se elige, es un capricho del azar), sino porque su triunfo nos demuestra (o debería demostrarnos, creo yo) que, a pesar de las recientes y absolutamente condenables protestas contra los homosexuales, la sociedad francesa continúa siendo en su mayoría mucho más abierta y progresista que la del otro lado de los Pirineos.

No en vano, ellos se atrevieron a hacer estallar una Revolución en la que, literalmente, cortaron de raíz con alguno de los problemas que nosotros hoy todavía arrastramos. 

Así, es emocionante ver cómo los franceses son capaces de aceptar como una de los suyos a alguien que no ha nacido en su seno y colocarlo al frente de nada menos que el gobierno de la capital de país. Eso me hace creer que la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad siguen siendo, todavía hoy y a pesar de todo, valores de Estado para Francia.  

A veces, cuando pienso lo que tenemos por aquí… ¡qué rabia no vivir en París!


Y poder caminar por las tardes a la orilla del Sena…

lunes, 27 de enero de 2014

Podemos y Debemos

Por Adrián D. Herreros de Perinat
Licenciado en Historia por la Universidad de Valencia


Estos días asisto atónito y maravillado a la enorme cascada de opiniones que ha generado la candidatura de Podemos, capitaneada por el conocido politólogo Pablo Iglesias. Hay opiniones para todos los gustos, a favor y en contra. De entre las segundas, no faltan quienes acusan Iglesias y compañía de dividir y atomizar el voto de la izquierda. 

La unidad de la izquierda no puede lograrse desde arriba, con nombramientos en los despachos. Para conseguir la unidad de la izquierda es necesario potenciar la democracia abierta y participativa desde abajo, desde las bases y los movimientos sociales y ciudadanos. En estos tiempos de anquilosamiento de la izquierda política española, parece necesario generar movimientos de confluencia para construir alianzas. Y eso es Podemos: una llamada a la confluencia, a la unidad, pero desde el respeto a la diferencia y sin la pretensión de imponer criterios a nadie. Por eso esta iniciativa tiene un programa abierto, de esta forma todo aquel que lo desee, todo aquel que considere que tiene algo que aportar, puede contribuir a mejorarlo. E incluso presentarse, ya que las listas son abiertas.

También están quienes acusan a Podemos de ser una iniciativa personalista. Esto, dada la notoriedad que ha alcanzado últimamente su principal impulsor, podría ser cierto. Pero examinemos un poco más a fondo la situación: Personalmente, no tengo ninguna duda de la honradez de Cayo Lara. coordinador general de Izquierda Unida. Estoy seguro de que es un tipo decente. Pero a cualquier dirigente de izquierdas la honradez se le supone, igual que a los soldados el valor. Sin embargo, no parece que Lara sea capaz de articular a su alrededor, o alrededor de Izquierda Unida, a una mayoría social visiblemente descontenta. Por la razón que sea, no parece conectar con la gente. Y eso mismo le pasa a su partido, quizá la connivencia de IU con las políticas del PSOE llevadas a cabo en Andalucía y su implicación en el escándalo de los ERE sean unas de las claves de este desgaste.

Es necesario volver a ilusionar a esa mayoría desencantada, y es evidente que IU no es capaz de hacerlo. Sin embargo, Pablo Iglesias sí es capaz. Su discurso conecta por igual con el sentir y las preocupaciones del dueño de un quiosco que de un catedrático de Universidad, sus palabras calan de la misma en una veinteañera estudiante de Periodismo en Valencia o Barcelona que en una jubilada madrileña.

Y si eso sirve para volver a movilizar a la gente, si con eso conseguimos atajar un abstencionismo electoral que se prevé altísimo, entonces bienvenido sea.

Es evidente que la cosa no ha de quedarse ahí. Esto ha de ir mucho más allá de un proceso electoral, que, al fin y al cabo, sólo es un obstáculo más que superar en el camino hacia un empoderamiento popular. Por eso creo que no sólo Podemos sino Debemos. Debemos darnos cuenta de que esto es cosa nuestra, de que sólo nosotros podemos cambiar las cosas, de que la política no es algo que se haga solamente en los parlamentos o en las instituciones de gobierno. ¡La política la hacemos todos! Todos hacemos política cada vez que salimos a la calle a luchar contra la privatización de la Sanidad, contra los recortes en la educación pública. Hacemos política cuando vamos a intentar parar un deshaucio, cuando construimos redes de ayuda mutua para ayudar al vecino o al amigo que lo está pasando mal. Hicieron política los trabajadores de la recogida de basura en Madrid cuando vieron mermados sus derechos. ¡Y ganaron! Ganaron ellos como ganaron los vecinos del barrio burgalés del Gamonal al decir basta a la corrupción urbanística promovida por el alcalde de su ciudad. Y también acaban de ganar los integrantes de la Marea blanca, pues la Justicia acaba de decretar la paralización de la privatización de la Sanidad madrileña. Todo eso son victorias y es política. 

Ahora se trata de llevar eso al Parlamento Europeo, y eso es lo que pretende hacer esta candidatura.

España es un país con una democracia no solamente joven, sino también pobre y maltrecha. Desde el siglo XIX nos hemos acostumbrado a que unas veces caciques y otras militares nos digan lo que tenemos que hacer, cómo tenemos que pensar y a quién debemos obedecer. 

Pues bien, eso debe acabarse. Debemos tomar las riendas de la situación porque si los ciudadanos no hacemos política corremos el riesgo de otros la hagan por nosotros.

Y todo eso va mucho más allá de los personalismos. Quienes se hayan interesado suficientemente por Podemos y hayan leído Mover ficha, su manifiesto fundacional, sabrán que esta es una candidatura que promueve la organización horizontal con una rotatividad continua de los cargos electos con unos ingresos para los mismos equivalentes al salario medio. Porque la política no puede ser una profesión sino, y esta vez de verdad, un servicio público. 

Y con respecto al tan comentado derecho de autodeterminación... Me llama poderosamente la atención oír a Rajoy decir que no permitirá que la soberanía de los españoles se vea en entredicho ante una posible independencia de Cataluña. Me reiría sino fuese por la tristeza y la necedad intelectual que encierran esas palabras. La soberanía de los españoles la pone el propio Rajoy en entredicho absolutamente todos los días cuando se la vende, cachito a cachito, al Fondo Monetario Internacional, a Merkel y a la Unión Europea. La soberanía de los españoles la pusieron en entredicho el PP y el PSOE cuando decidieron reformar la Constitución (esa cuya integridad tanto se precia Rajoy de defender) sin contar con la opinión del pueblo.

Desde luego, ante este panorama no me extraña que haya quienes se quieran independizar. Personalmente, la independencia es un sentimiento que no comparto, por razones puramente sentimentales e históricas. Pero lo entiendo, por eso entiendo y apoyo el derecho a decidir, igual que lo hace Podemos. Soy de quienes piensan que el sentimiento independentista que comparten tantos vascos, catalanes y de otras tierras se deben más al rechazo frontal a un Estado y unas élites políticas corruptas y encantadas de serlo. Creo que no hay mayor fábrica de independentismo que la sede del PP en Génova y las portadas de La Razón

No obstante, por supuesto, respeto el sentimiento de quien de verdad desee la independencia y abogue por el derecho a decidir. Pero el derecho a decidir debe ir mucho más allá del derecho que tiene un territorio a votar si quiere seguir formando parte o no de un Estado. El derecho a decidir de los ciudadanos debe abarcar todos los aspectos de la vida pública. Así, los ciudadanos y ciudadanas debemos poder decidir en qué queremos que las élites políticas (tanto las catalanas como las del resto de España) inviertan nuestros impuestos (ya que los pagamos nosotros), debemos poder decidir qué hacemos con nuestro ejército (si queremos o no que combata en guerras que favorezcan los intereses de las potencias imperialistas), debemos poder decidir si queremos una sanidad y una educación universales, públicas y gratuitas; las mujeres deben, por supuesto, poder decidir qué hacer con su propio cuerpo y si desean o no ser madres y en qué condiciones desean hacerlo. Es muy curioso que hayan quienes se empeñen en defender los derechos de los nonatos mientras se dedican a destruir los derechos de quienes ya estamos aquí. De igual modo que las ciudadanas y los ciudadanos tenemos derecho a exigir una banca pública que garantice que el crédito pueda llegar a la gente y que ponga coto a los inmorales desmanes de las élites financieras.

Todo eso es Podemos. Y todo lo que ha de venir después (la instauración de una república que reconozca nuestra realidad plurinacional, la ruptura paulatina con las formas de opresión capitalistas, etc.) es algo que debe ir llegando e incorporándose poco a poco. Primero ganemos la guerra, después haremos la revolución. Y esto no es la guerra, es sólo una batalla. Y debemos ganarla. ¡Podemos y debemos ganarla!



P.D.: Este es un texto escrito desde la urgencia y de cabeza, así que ruego me disculpéis las faltas, si las hubiere, o todo aquello que podáis echar en falta. Aclaro que estas palabras representan única y exclusivamente mi opinión. No hablo en nombre de Podemos sino de mí mismo.