Mi padre vivió en un internado la mayor parte de su niñez. A las 6 de la mañana ya estaban arriba. Desayunar y después: estudiar. La disciplina imperaba en cada rincón. Si quería conseguir algo, debía luchar por ello. A los 21 entró a trabajar donde hasta hace poco todavía continuaba.
Y él aún así tuvo suerte. La vida de mi queridísimos abuelos debió ser mucho más sacrificada, sin duda: cada día trabajando la tierra de sol a sol para ganarse el pan. Una tierra caprichosa, que podía dar sus frutos o dejarte sin ellos.
La vida de mis abuelos es algo que yo no conozco mucho, y eso es una circunstancia de la que siempre me arrepentiré, porque los echo de menos y pienso en ellos cada día de mi vida. Me hubiera gustado hablar más con ellos, que me contaran más cosas sobre sus vivencias, haberles dicho, por última vez, cuánto lo quería.
Ellos sobrevivieron a una guerra, a una posguerra y a una dictadura (de casi 40 años). Una guerra que derribó un Gobierno legítimo, elegido democráticamente por el pueblo (incluso las mujeres, como debe de ser, pero que resultó todo un hito para los años de los que hablamos). Sobrevivieron a un sistema de gobierno férreamente autoritario, donde por decir lo que pensabas podías acabar en la cárcel o, en su defecto, muerto. Un lugar donde las mujeres no podían ni mover un dedo sin el consentimiento de un hombre, un lugar donde podían detenerte sin pretexto alguno, pues la ley lo amparaba... Pero todo eso es otra historia.
Ellos son los artífices, junto con muchísimas otras personas, del mundo en el que vivimos hoy ¡de la "vida" que disfrutamos hoy! Una vida tranquila, más o menos pacífica, donde cada uno puede expresar su opinión libremente (claro, que primero hace falta que la tenga).
En resumen, ellos hicieron mucho por nosotros. Muchos dieron su vida para que nosotros, sus hijos, sus nietos, pudiéramos vivir en paz la nuestra. Nos hicieron un regalo maravilloso.
¿Y qué estamos haciendo nosotros con él? Destruirlo. Antes los profesores podían hasta dar capones a sus alumnos; ahora los profesores tienen que pedirse la baja por depresión porque sus alumnos le han rajado las ruedas del coche (y eso si tienen suerte. Porque en el peor de los casos, los chavales, angelitos ellos, suelen arremolinarse en torno al profesor para darle una paliza mientras le graban con el movil).
Conversación entre una madre y su hija allá por los mediados de los años 70:
-.HIJA: Mamá, el profesor me ha llamado la atención por llevar el vestido con la espalda descubierta.
-. MADRE: ¿¿CÓMO?? ¡No te preocupes hija, mañana iré a hablar con ese profesor y le diré cuatro cosas!
Conversación entre un profesor de instituto y su mujer cuándo éste llega a casa después de una jornada de trabajo a día de hoy:
-. ÉL: Cariño, esos críos me han vuelto a pegar hoy...
-. ELLA: Ya lo sé cielo, lo acabo de ver en YouTube...
En serio, me preocupa el mundo que les estamos dando a nuestros futuros hijos. Los niños ya no salen a jugar; se encierran en casa a joderse la vista con la Play Station. No valoran lo que tienen, lo que cuesta conseguir las cosas.
Conversación entre un padre y su hijo allá por los años 70:
-. HIJO: Papá, toma las notas.
-. PADRE: Todo sobresalientes y notables. ¡Muy bien, hijo! ¡Aquí tienes el dinero para comprarte esas botas que tanto querías!
Conversación entre un hijo y sus padres actualmente:
-. HIJO: Papá, toma las notas.
-. PADRE: Vaya, sólo has aprobado ética... Bueno, ¡y gimnasia con un notable!¡ No te preocupes hijo! ¡Aquí tienes la Play Station, la Wii y 50 euros! ¡Y además, te voy a regalar unas zapatillas!
-. MADRE: Pero Pepe ¿¿Cómo le das eso a tu hijo??
-. PADRE: Mujer, si es para motivarle...
-. HIJO: Eh ¡Pero las zapatillas que sean de Nike!
Podría decir que contestan a sus padres, pero eso lo hacemos todos (yo también, aguna vez... lo siento papá). Pero muchos, no contentos con eso, encima les insultan, e incluso algunos les pegan. Cosas que yo no he hecho ni haría jamás, y que me dejan asombrado.
Hoy en día a la gran mayoría de los chavales (chicos y chicas) sólo les interesa una cosa: follar. Hemos convertido este mundo en un lugar donde sólo importa el momento, el presente. Donde la gran mayoría de los chavales no se pregunta por qué será del mundo mañana, ni siquiera ¡qué será de ELLOS mañana! Total, ¿para qué? si ya estarán papá y mamá para que nos saquen del lío...
Los jóvenes de hoy desprecian la cultura. Si dices que lees te miran raro. Si les preguntas por quién fue Quevedo la respuesta es: "pero eso es una calle, ¿no?". Pero, eso sí, todos saben quién ganó la última edición de Gran Hermano y con quiénes se ha liado ya el/la que ganó la edición anterior.
Cuando digo que estudio Historia, la mayoría me contestan "¿y eso para qué sirve? Eso no da dinero." o peor: "y eso ¿de qué va? "Dinero, sólo importa eso. Muy triste. Pues oye, puede que la Historia no me sirva para trabajar, puede que, probablemente, no termine trabajando en lo que yo quiera (como le sucede, más o menos, al 90% de la gente...) es más, puede que me quede en la puta calle. Pero al menos habré aprendido bastante, habré disfrutado todavía más y, sobre todo, nadie me podrá tomar el pelo ni manipularme. Y, además digo, aquí y ahora, ¡que terminaré la carrera, porque yo SIEMPRE consigo lo que me propongo!
Encima los pibes de de ahora no tienen ni idea de hablar. Se pasan el día colgados en el Messenger y, de paso, se cargan un poquito el idioma. Tan sólo, sirvan de ejemplo algunas de las frases que estoy viendo ahora mismo: "un dia kero djar l mndo entro xti..la mism nxe maburro y no ers xa mi..." o el todavía mucho más original "Algn dia sabrs tod lo q t e amad. Mas yoraras xq ya no stare a tu lad". Y son muy pocos los que dejan de hacer esto una vez escriben en papel (aunque sí los hay, afortunadamente).
Ellos nos hicieron ése regalo y nosotros les devolvemos ésto. En ésto hemos convertido hoy el mundo. Y de nosotros depende el mañana...
Siempre recuerdo cuando me contaban ésas historias con las que comienza éste escrito. Muchas veces mi padre me dice "Hijo, no sabes la suerte que tienes. ¡Yo a tu edad tenía que ir cargado de botijos a por el agua caminando hasta la fuente!"´¿Qué hemos hecho nosotros por nuestros hijos, qué haremos? ¿Qué les diremos...? "Hijo mío, no sabes la suerte que tienes. ¡Yo a tu edad tenía que mandar hasta tres mensajes de mensajes de móvil para bajarme un politono!" Qué miedo.