Por Adrián D. Herreros
Licenciado en Historia
Licenciado en Historia
Acabo de cumplir 26 años. Y
nunca he conocido otro gobierno en Valencia que no fuera el del PP ni otra
alcaldesa en mi ciudad que no fuese Rita Barberá. Dicho de otra forma: no he
conocido otro gobierno municipal que no sea el de la derecha. Es cierto que, cuando
llegué, gobernaba en la capital del Turia Clementina Ródenas (PSOE), pero yo
era muy pequeñito como para recordarlo. Además, me niego a considerar a los
socialistas como una organización de izquierdas. Independientemente de las
siglas que dicen representar, si nos atenemos a su práctica política sería muy
generoso colocarlos a ese lado del espectro ideológico.
Por ello, la jornada
electoral del pasado 24 de mayo fue sin duda histórica. Por primera vez en la
Historia desde el fin de la Dictadura franquista, la mayoría de la ciudadanía
valenciana ha decidido otorgar su confianza a organizaciones situadas
verdaderamente a la izquierda. La coalición nacionalista valenciana de
izquierdas Compromís ha sido, sin duda,
quienes más se han batido en duelo contra las descaradas corruptelas del
Partido Popular de la Comunidad (y en especial Mònica Oltra, quien podría llegar a ser presidenta con el apoyo de Podemos). Y los valencianos, por fin, han decidido
premiar esa gran labor. Un amigo mío me preguntó ayer “Bueno, y ahora que
tenéis un gobierno de izquierdas en la ciudad ¿qué es lo que va a cambiar para
vosotros?”. Pues bien, por de pronto el derribo del Cabanyal queda
completamente paralizado y el barrio se rehabilitará, que es lo que corresponde
hacer con cualquier Bien de Interés Cultural según dicta la ley. Además, cuando
Compromís tome los mandos del consistorio valenciano, cabe suponer que abrirá
puertas y ventanas, levantará las alfombras y nos haremos una idea más
aproximada de cuánto nos han costado a los valencianos los chanchullos, los
despilfarros y los gintonics de Barberá.
Lo cierto es que yo voté a
València en Comú-Podemos, donde milito, y no a Compromís. Pero, sin duda,
siento que ellos también me representan. Mònica Oltra me representa y su
formación merece un amplio margen de confianza. Estamos en un momento
histórico, inédito en la política española, que nos obliga a actuar con
cautela, pero también con mucha generosidad; poniendo, por encima de las
siglas, políticas de gobierno que beneficien a la mayoría social de clase media
y trabajadora. Ellas son las principales castigadas por las políticas de
austeridad del Gobierno central del PP (que ya empezó aplicando el anterior
gobierno mal llamado socialista). Son ellas quienes han dicho alto y claro que
desean que las cosas se hagan de otra forma, una forma que sea más justa y
beneficiosa para todos.
Y es gracias también a las
clases media y trabajadora que las plataformas ciudadanas de unidad popular han
obtenido un éxito arrollador, lo cual es sin duda un espaldarazo a Podemos de
cara a las próximas elecciones generales. Su férrea defensa del Estado de
Bienestar y su denuncia de la corrupción que envuelve a la casta parecen
haberles dado resultado. En un principio, hubo ciertas dudas sobre si esta
fórmula (la de integrarse en candidaturas de unidad popular) era la adecuada
para acudir a unas elecciones municipales y autonómicas, pero los resultados
han terminado por dar la razón a los de Pablo Iglesias. Pero ahora, Podemos no
puede quedarse sólo en la retórica y el análisis de la situación, ahora se
enfrentan a la gestión, a las contradicciones, a los pactos, a la realpolitik. Los de Iglesias son la
llave de gobierno en Aragón, con unos nada desdeñables trece diputados que podrían hacer presidente a Pablo Echenique-Robba; Castilla-La Mancha, Baleares, Asturias y Extremadura. Y una cosa ha de quedar
clara: en los hasta ahora partidos dominantes, los pactos se hacen desde
arriba, pero no es así en Podemos, donde las decisiones las toma siempre la
militancia. Y serán ellos y ellas los que deberán dar su visto bueno a las
alianzas que el partido deberá tejer a partir de ahora. Para pactar, Podemos
deberá hacer respetar sus puntos programáticos de rescate ciudadano (lucha contra el fraude y reforma fiscal progresiva, aumento de la inversión y protección de los sistemas universales de sanidad y educación, impulso de planes de eficiencia energética y un largo etcétera).
En lo que se refiere a
Izquierda Unida, quienes tanto se afanaban en certificar su defunción deben
ahora tragarse sus palabras. Están malheridos, sí, pero vivos: han obtenido
representación en algunos parlamentos, como en Asturias (con 5 dipuados).
Quien sí ha desaparecido,
literalmente, ha sido UPyD, que no ha obtenido representación parlamentaria en
ninguna comunidad autónoma. Este resultado no puede explicarse sólo por la
irrupción de Ciudadanos, de cuyo electorado se nutría; diríase también que la
mano de hierro de su líder, Rosa Díez, ha hecho el resto. Y es realmente una
pena, porque tenemos que agradecerle a la formación magenta que fuese la
primera en estar presente en la acusación de varios de los casos de corrupción
que aquejaban a nuestra vida política, de los cuales han tenido que retirarse
al quedarse completamente arruinados (recordad que Díez, que ya ha dimitido de
la dirección y la portavocía de UPyD, ha tenido que ir dando sus mítines subida
a un cajón de madera).
Lo de Ciudadanos ha sido un
caso llamativo: las encuestas les otorgaban una intención de voto similar o
igual a la de Podemos. Sin embargo, a pesar de que presuman de ser la tercera
fuerza municipal del país, parece ser que, a nivel autonómico, los resultados
han sido menores de lo que ellos mismos esperaban. Es muy significativo el hecho de que Ciudadanos no supera en número de diputados a Podemos en ningún parlamento
autonómico. Si acaso lo iguala, como el en caso de La Rioja donde ambas
formaciones cuentan con 4 diputados o la Comunidad Valenciana, con 13 cada uno.
En los parlamentos de Castilla-La Mancha y Navarra, Ciudadanos ni siquiera ha obtenido representación, mientras que sí lo ha hecho Podemos. Todo
hace pensar que las encuestas que auguraban tan buena fortuna a los de Ribera
quizás (y sólo quizás) habían sido artificialmente infladas con la intención de
frenar el ascenso de Podemos. Con lo
cual, y a resultas de lo visto, lo que sí tenemos que agradecerle a Ciudadanos
es haberle robado votos al PP. Mucha gente parece haber entendido que los de
naranja son la marca blanca de los populares. No resulta extraño que, al poco
de que el presidente del Banco Sabadell declarase que “necesitamos un Podemos
de derechas”, Ciutadans de convierta en Ciudadanos y se expanda al resto de
España.
No obstante, a los de Rivera
también les toca ahora retratarse. Y saben que si quieren tener posibilidades
en las elecciones generales, entonces no puede vender barata su lealtad al PP.
Tienen una prueba crucial en Madrid, donde, dependiendo hacia qué lado
basculen, podrían darle la presidencia de la Comunidad a Gabilondo o
Cifuentes.
Sobre Barcelona en Comú, Ada
Colau ha sabido rentabilizar electoralmente su extraordinaria labor como
portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. Lo cual implica también
otro enorme reconocimiento para Podemos, uno de los partidos integrantes de
Barcelona en Comú y de Ahora Madrid, la otra gran triunfadora. La ex jueza y
co-fundadora de Jueces para la Democracia, Manuela Carmena, ha suscitado una
ola imparable de ilusión que ha logrado lo que hasta hace bien poco se creía
imposible: acabar con 20 años de hegemonía de la derecha en la capital de
España. Y lo ha conseguido en tan sólo unas semanas, algo (el afianzamiento de
su liderazgo) que a Ada Colau le ha costado años consolidar. Así, por fin se
empezarán a dar solución a problemas tan sangrantes como los desahucios o la
pobreza energética.
Volviendo a Colau, ella
tiene por delante el deber de formar gobierno, lo cual supondrá todo un reto
porque necesita el apoyo de los socialistas catalanes, de ERC o de los
idependentistas de izquierdas de las CUP. Pero sería terrible, teniendo en
cuenta el momento histórico en el que estamos, que las mencionadas fuerzas
políticas catalanas no se pongan de acuerdo. Al contrario, todo hace pensar que
lo harán y la futura nueva alcaldesa podrá llevar adelante su programa
ciudadano (lucha sin cuartel contra los desahucios, reforma fiscal en un
sentido progresivo y lucha contra los grandes defraudadores, defensa y aumento
de la inversión en los sistemas públicos de salud y educación y fin de su
proceso privatizador allí donde se dé, legislación para prevenir las puertas
giratorias y un largo etcétera).
Por su parte, el PSOE tendrá
que retratarse: o pactar con el PP e impedir el cambio democrático (y entonces
hundirse electoralmente por completo, cual PASOK griego) o apoyarse en las
nuevas formaciones políticas que hay sobre el tablero. Así, Pedro Sánchez
probablemente tratará como pueda de subirse al carro del “giro a la izquierda”
y de la regeneración política. No obstante, a nadie se le olvida que él fue uno
de los redactores de la modificación del artículo 135 de la Constitución
Española (que supedita el pago de la deuda externa a la prestación de los
servicios sociales), una reforma pactada entre los dos grandes partidos a
espaldas de la ciudadanía. Además, es innegable que Susana Díaz mantiene con él
una pugna soterrada por liderar el PSOE en un futuro próximo. No son pocos los
que, dentro y fuera del partido, no ven en Sánchez un líder adecuado para el
partido. Y esas luchas internas pueden debilitar al PSOE en los próximos
comicios.
El PP, literalmente
enfangado en sus propias corruptelas (Gürtel, Púnica, caso Rus…), paga muy cara
su desvergüenza. Se creyeron que España era su cortijo en el que podían hacer y
deshacer a placer. Y el pueblo ha dicho ‘basta’. Por su parte, el inmovilismo
de Rajoy no hará sino empeorar su situación. Hasta hoy estaba pensando “ahora
habrá que ver si los barones populares permanecen donde están, como buenos
capitanes, o huyen como hacen las ratas ante el inminente hundimiento del
barco”. No hemos tardado en saber la respuesta: Fabra (Comunidad Valenciana),
Bauzá (Baleares) dimiten; por su parte, Rudi (Aragón) anuncia que no se volverá
a presentar a la presidencia del Partido Popular de dicha Comunidad y Herrera
(Castilla y León) insta a Rajoy a “que se mire al espejo” antes de decidir si
se presenta o no a las elecciones generales. Además, Aguirre es ampliamente
cuestionada tras sus resultados electorales, contando con muchísimos más
enemigos acumulados que apoyos entre sus filas. En suma, el PP parece al borde
del hundimiento. Debería acometer una profunda renovación y democratización
interna si quieren, al menos, intentar volver a levantarse. Pero nada indica
que lo vayan a hacer por sí mismos.
Tras este evidente giro a la
izquierda en nuestros municipios y autonomías, los nuevos partidos deberían
actuar como de ellos se espera y promover el desaforamiento de todos los
diputados y diputadas (incluido en el PSOE, si es que desean que se les tome
por algo distinto). De esta forma, Alfonso Rus dejará de contar billetes y
tendrá que contar los barrotes de su celda o conformarse con contar los trajes
de chaqueta que nadie le compra. Y como Rus, otros tantos presuntos y probados
delincuentes, sean rojos, azules, naranjas, morados o cualesquiera. El combate
contra la corrupción debe ser una de las señas de identidad de la nueva
política.
PP y PSOE han perdido entre
ambos 13 puntos porcentuales y 3,3 millones de votos desde las últimas
elecciones municipales. En las elecciones europeas del 2014, ambas formaciones
no alcanzaron juntas el 50%. Así las cosas, ya no se puede decir que el
bipartidismo esté llegando a su fin. No, el bipartidismo está definitivamente
muerto. La regeneración política, por definición, no puede venir de la mano de
los viejos partidos. El bipartidismo ha dado paso a una pluralidad política
bien visible, que refleja las ansias que tiene este país de más y mejor
democracia. Y está visto que esa regeneración democrática está imbuida de un espíritu plenamente popular y tiene nombre de mujer: Manuela,
Ada, Mònica. Porque la revolución democrática o es feminista o no podrá ser
tal.
1 comentario:
Comentarios muy acertados pero , ciertamente, muy optimistas. Ojalá todo el trabajo consistiera en deshacernos de la derecha cavernícola que nos ha maltratado durante estos años!! Pero no sólo es auditar, tambien habrá que gestionar adecuadamente los recursos que no hayan sido hipotecados a los amigotes del PP. Espero ( y deseo) que la unidad polular triunfe en todos los sentidos y consiga una españa mas justa, donde los jóvenes tengan esperanza de futuro y los abuelos dignidad.Y las mujeres un espacio de libertad e igualdad. Por eso Ada, Mónica y Manuela son un símbolo, cosa que nunca podrán ser Espe, Cospe y Rita
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