sábado, 27 de febrero de 2010

Esto me suena de algo...


Como siempre, hago las críticas a destiempo. Pero las hago, que es lo importante.

Hace ya unas semanitas fui a ver la muy comentada Avatar y en el momento de escribir estas líneas todavía no tengo una opinión de la película, de modo que lo que salga a partir de aquí será una sorpresa hasta para mi.

De Avatar se pueden decir (y se han dicho) muchas cosas. Un listo con ganas de sacar tajada la ha acusado hasta de plagio; no con mucho fundamento, creo yo.

Dejando de lado ese asunto, la película podría verse como una crítica a la política exterior del anterior gobierno estadounidense. De cómo las potencias hegemónicas ejercen su dominación sobre otros Estados más débiles con el objetivo de aprovecharse de sus recursos. De hecho, yo mismo la percibí así en un principio. Pero la idea me desapareció de la cabeza en cuanto supe que el productor del filme es Rubert Murdoch, propietario de News Corp, el conglomerado de empresas de telecomunicaciones más grande del mundo, y un manifiesto conservador, con todas las connotaciones que esa palabra tiene en un país como Estados Unidos. Será que Murdoch anda jugando al despiste...

Podría decirse también que a una película de ciencia-ficción como es Avatar se le podría haber sacado mucho más jugo, que se podría haber hecho algo mucho mejor. Pero Avatar está destinada a un público masivo, está hecha por (y para) un país cuyas gentes se creen el ombligo del mundo y, por lo tanto, no están acostumbrados a pensar demasiado y sí a dejar que otros lo hagan por ellos. Sabiendo esto no sorprende tanto que haya peña tan gilipollas como esta.

Así las cosas, y viendo los más de 1.400 millones de dólares que ha generado la película, no es de extrañar que Murdoch esté presionando a James Cameron para que pise el acelerador y haga la segunda parte.

Avatar nos sitúa en un futuro remoto y cuenta la historia de un ex marine de los Estados Unidos que es reclutado para viajar a un extraño planeta llamado Pandora. Allí, los científicos están extrayendo un preciado mineral que se supone solucionará la crisis energética que en esos momentos vive la tierra. La misión de Sully, así se llama el soldadito, es infiltrarse entre los na'vi, los nativos de Pandora, para después conquistarlos y hacerse con sus preciados recursos. Pero al Sully este de repente le entra conciencia (conciencia que no tenía cuando aceptó su misión) y se enamora de una preciosa pandoreña, Neytiri. Es entonces cuando los remordimientos le machacan y decide ponerse de parte de los na'vi y, juntos, expulsarán a invasores humanos del lugar.

Es una película preciosa, con unos paisajes idílicos. Es todo tan bonito que podrían haberlo hecho los de Disney.

Ah, no, espera, ¡si ya lo hicieron! Se llama Pocahontas. No, no, perdón, no lo hizo Disney, lo hizo Kevin Costner y se llama Bailando con lobos... Y así podría seguir hasta llenar líneas y más líneas, así que lo resumiré: Avatar no es más que muchas películas y a la vez todas la misma. Es una película del oeste. Cambiad a los na'vis por unos apaches y al marine Sully por uno de los vaqueros del siglo XIX (o ingleses del XVII) que pretende conquistarlos, sólo que, por el camino, se enamora. Y así termina Pocahontas. Perdón, quería decir Avatar.

Eso sí, lo que no se le puede negar a la película es que tiene algo que no poseen ninguna de las mencionadas antes: ¡unos efectos especiales alucinantes! De hecho, creo que, si se lleva un Oscar, será ese, el de los mejores efectos especiales. Que, además, se ven amplificados cuando ves la película en 3D. ¡Si parece que vayas a salir volando con los de la peli! ¡Parece que vayas a luchar con ellos! ¡Parece que estés entre ellos!

Sintéticamente: Avatar no plantea nada nuevo, es más de lo mismo. Sólo que con unos personajes y un contexto distintos a los vistos hasta ahora. Y, como ya he dicho antes, tiene unos efectos especiales increíbles. Dicho de otra manera: se puede ver para pasar el rato, pero no esperéis nada más que eso.

Le comenté a un amigo mi impresión sobre la película, le dije que me parecía muy falta de originalidad, y él arguyó que no se le podía achacar algo así por la sencilla razón de que ya no se pueden hacer películas cuyos argumentos no se repitan unos a otros. Habrá algunos otros que lo vean así. No es mi caso. Yo creo que todavía quedan tantas películas originales por hacer como libros originales quedan por escribir.

1 comentario:

Francesca dijo...

Holans!
¿Te acuerdas de mi?

Llevo un montón de tiempo sin pasarme por tu blog, a ver si me pongo al día

Un saludín!